El Tlapalcalli, recinto cultural del bosque

Édgar Escamilla

Tetela de Ocampo, Pue.- Cuando Don Rafael Bonilla adquirió aquel predio del Molino Rojo, tenía la firme intención que se convirtiera en un recinto cultural para la población de Tetela de Ocampo, pero jamás se imaginó el alcance que tendrían sus obras.

Se estima que podrían ser más de mil obras de arte, entre pinturas y esculturas, muchas dispersas entre sus amigos, pero cientos de ellas permanecen a resguardo en su casa museo Tlapalcalli.

La casa museo se ubica en la localidad de Benito Juárez, en las afueras de Tetela, un municipio enclavado en la Sierra Norte de Puebla, con una profunda historia que se remonta a la época prehispánica; célebre por la actividad minera que en su tiempo le valió el nombre de Tetela del Oro, especialmente durante el Virreinato.

Es también parte importante de la historia porque sus habitantes formaron parte importante del ejército de zacapoaxtlas que pelearon bajo el mando del General Ignacio Zaragoza en la batalla del 5 de Mayo contra los invasores franceses.

Fue allá por la década de 1940 cuando el oriundo de Tetela adquirió el predio donde en el periodo post revolucionario se ubicaba un molino. Aquella vieja casona que era utilizada como granero, poco a poco fue modificada con el ingenio de Don Rafael.

Sin ser arquitecto, fue diseñando casa espacio de la actual casa, interpretándole sus ideas a los albañiles, quienes en algún momento, por descuido, llegaron a dañar los bajo relieves que se habían colocado en los muros.

“Aunque la especialidad de mi abuelo no era la escultura, tuvo el espacio para experimentar con los materiales de la zona; muchas de ellas están hechas con la arena y grava del arroyo que pasa por en medio de la propiedad”, relata Mayte Gutiérrez Bonilla.

No fue sino hasta la década de los 80, cuando el artista ya tenía una amplia obra y montada una galería, que la casa comienza a convertirse en un espacio cultural en la que otros artistas exponían también sus trabajos, muchos de ellos integrantes del colectivo Tlapalcalli.

La intención de Don Rafael era proporcionar un espacio cultural para los tetelenses, pues mucha de la población no tenía acceso a este tipo de servicios, por lo que la entrada al recinto se ha mantenido por aportaciones voluntarias.

Entre las historias que recuerda la nieta del artista, se encuentra la alberca de la casa, construida a un costado del arroyo y en la cual, muchos de los tetelenses aprendieron a nadar. La entrada era libre, la única condición era mantener limpio el lugar.

Las esculturas y relieves esparcidos por todo el predio están íntimamente relacionados con la mujer y su papel en la sociedad, pero también como una representación de la naturaleza, de la madre tierra y el entorno rural.

Parte importante de la obra está relacionada con las culturas prehispánicas, a la fertilidad y al cultivo del maíz, sobresaliendo la figura de Tláloc, escultura que durante las lluvias de 1999 terminó arrastrada por los deslaves del cerro hacia el arroyo, donde permaneció hasta cerca del 2016, fecha en que fue trasladado a la explanada principal.

Podemos encontrar también una escultura que representa a la Coatlicue, obra de Sergio Ávalos, y su sincretismo con la virgen María de la religión católica. Aunque Don Rafael se consideraba ateo, parte de su obra está enmarcada en la religión católica.

“La gente llega a pensar que somos requetecatólicos, porque la casa está decorada con muchos Cristos, de diferentes materiales”.

En la parte de la casa se pueden distinguir dos espacios muy diferenciados: uno de ellos es la llamada Pagoda, un espacio que era utilizado por Don Rafael como estudio y que hoy es parte de la galería, pero también está el área de la casa vernácula, cuya cocina está ambientada a la usanza de las viviendas en Tetela. Cuenta con un patio central y las habitaciones están comunicadas por medio de un corredor techado.

Hace 10 años se realizó la reinauguración de la casa museo, en el marco de los festejos de la Feria del Durazno, principal festividad de Tetela, la cual se lleva a cabo en agosto.

Actualmente se imparten talleres en los que se promueve el cuidado de la naturaleza, realizando intervenciones en materiales que los visitantes encuentran en el bosque durante los recorridos.

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